María, cúbrenos con tu manto: la primera monja sexóloga de la historia
- Araceli Pizarro
- 10 oct 2016
- 2 Min. de lectura
Por no cumplir con lo estipulado según las reglas del rubro al que pertenecía, una monja fue expulsada del monasterio.
En la Edad Medieval el teatro era completamente utilizado por la iglesia católica para adoctrinar de acuerdo a sus creencias. Esto se contrapone con el avance que había tenido el género a través de los años pues frenaban la libertad temática.
En el teatro medieval, temas que sí se abordaban anteriormente (como el sexo, por ejemplo) eran prohibidos para dar paso a los misterios sagrados que se representaban con recursos muy escénicos. Desde esa noción que podemos hablar de teatralidad. Entendiendo este concepto como uno que aborda varias técnicas del género pero no lo representa del todo y que se liga con una serie de comportamientos.

Fuente: Rojillo. Foto, por Jean François Jonvelle
Hasta el día de hoy, las mujeres deben representar de cierta forma su ser en sociedad, debe tener ciertos comportamientos específicos pero en la época la exigencia era mucho más fuerte.
Una monja llamada Hildegard von Bingen fue la primera en romper con esta teatralidad debido a que no solamente alababa a Cristo sino que se desempeñaba como escritora, filosofa, poeta, doctora, pintora, mística y científica. Esto último la llevó a perder su puesto dentro del convento pues quiso estudiar detenidamente a la mujer y su sexualidad.
Von Bingen habló sin miedos del orgasmo femenino, la existencia del deseo y el placer como acción que se completa entre dos, rompiendo con los constructos sociales que se esperan de la mujer. Un extracto de sus escritos indica que:
"Cuando la mujer se une al varón, el calor del cerebro de ésta, que tiene en sí el placer, le hace saborear a aquél el placer en la unión y eyacular su semen. Y cuando el semen ha caído en su lugar este fortísimo calor del cerebro lo atrae y lo retiene consigo, e inmediatamente se contrae la riñonada de la mujer, y se cierran todos los miembros que durante la menstruación están listos para abrirse, del mismo modo que un hombre fuerte sostiene una cosa dentro de la mano".
Lo que Von Bingen proponía estaba completamente en el lado opuesto de lo que se esperaba así que aún cuando el papa la autorizó para redactar textos de medicina y teología, sus compañeros de convento la expulsaron.
Es así como hasta el día de hoy, en la vida cotidiana, nos vemos obligadas a representar de cierta forma nuestra condición de mujer. Llevar la falda a cierta distancia de la rodilla, peinarnos de determinada manera, maquillarnos en ciertas tonalidades. Todo forma parte de la teatralidad de ser mujer y cuando esta se rompe, siempre hay algún tipo de castigo.
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